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Monserrate López

El avivamiento de la calle Azusa

Existe una palabra que generalmente causa emoción y curiosidad en el creyente, y es la palabra avivamiento. Y es que el avivamiento evoca muchas imágenes en nuestra mente y crea una expectativa inmediata de ver o experimentar algo nuevo, y lo nuevo siempre atrae. Las mismas Escrituras nos motivan a desear un avivamiento, como dice en Habacuc 3:2 “Oh Jehová, he oído tu palabra, y temí. Oh Jehová, aviva tu obra en medio de los tiempos, en medio de los tiempos hazla conocer; en la ira acuérdate de la misericordia”. Esta es una súplica del profeta deseando un nuevo despertar en el pueblo de Dios para que este sea elevado en el temor y el conocimiento de Dios en medio de tiempos difíciles.


La Biblia presenta el avivamiento no solo como deseable en forma colectiva, sino como algo individual, que debe ser parte de la vida de cada creyente. En 2 Timoteo 1:6 Pablo exhorta a su hijo espiritual, Timoteo, con estas palabras: “Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos”. Por la gracia de Dios nos es dado el don de la fe (Ef. 2:8-9), y es nuestro deber vivir creciendo en gracia y en fe.


El primer gran avivamiento en la historia de la iglesia está registrado en Hechos 2, el cual ocurre en la primera comunidad cristiana formada por los 120 creyentes que estaban en el aposento alto, junto con los Apóstoles, esperando la promesa del Padre (Hch. 1:4), que serían bautizados con el Espíritu Santo.


Otro gran avivamiento ocurrió en la década del 1730 y 1740 como respuesta a la decadencia del anglicanismo en Inglaterra, y que desató un gran despertar espiritual y una búsqueda intensa de la santidad. Este movimiento impactó tanto Inglaterra como las surgentes 13 colonias americanas en las figuras de poderosos predicadores como George Whitefield, John Wesley y Jonathan Edwards. Igualmente en 1904 Dios utilizó a Evan Roberts en Gales, Inglaterra, para un avivamiento fundamentado en la confesión de pecados y el arrepentimiento.



En el 1906 se desató en América un nuevo avivamiento conocido como el avivamiento de Azusa, en Los Ángeles, California. En esa ocasión Dios utilizó a un humilde afro-americano, William J. Seymour, hijo de esclavos libertos. Los historiadores consideran que este avivamiento da origen al movimiento pentecostal moderno. Seymour había sido influenciado por Charles F Pharham en su escuela bíblica en Topeka, Kansas. Pero por ser de color, solo se le permitía escuchar desde afuera, sin poder entrar al lugar de estudio. Luego Seymour parte hacia Los Ángeles, y con la ayuda de otros colaboradores, dirigió este avivamiento desde la calle Azusa.


Los líderes de la Misión de Fe Apostólica. Seymour está en la fila delantera, segundo desde la derecha; Jenny está en la fila trasera, tercera desde la izquierda. (Wikipedia)
Los líderes de la Misión de Fe Apostólica. Obtenido de Wikipedia)

El mismo se fundamentó en la lectura de las Escrituras, la oración, el arrepentimiento, y en vivir una vida en santidad. Según su creencia (su teología soteriológica) la santificación es un proceso progresivo y se desarrolla en 3 etapas. La primera es la santidad adquirida en el momento de la conversión, y la llaman la primera obra de gracia, que es el nuevo nacimiento que lleva a la salvación. La segunda obra de gracia es cuando el creyente consagra su vida a Dios y rechaza el pecado, como producto de esa segunda obra del Espíritu Santo. El bautismo en el Espíritu Santo es visto como una tercera obra de gracia, en la cual el creyente es investido de poder divino el cual se manifiesta mediante los dones del Espíritu Santo.


No cabe duda del gran impacto que tuvo este avivamiento en Azusa, que impactó tanto la nación americana como Europa y América Latina. Incluso la iglesia Católica experimentó la salida de muchos de sus miembros quienes abrasaron la fe evangélica. Este avivamiento llegó a Puerto Rico en el 1916 mediante el hermano José Lugo, quien luego de convertirse en Hawái, regresó a su patria y comenzó el movimiento Pentecostal en la ciudad de Ponce. Sin embargo, Puerto Rico seguiría siendo un pueblo en su mayoría católico, y tendrá que esperar varias décadas, hasta que llegara un avivamiento de origen distinto al de Azusa, el cual Dios usaría para generar el despertar más grande que jamás se haya experimentado dentro de la iglesia católica en Puerto Rico, y que dio origen al movimiento carismático. De eso hablaremos en la próxima ocasión.

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