Hoy hemos estado celebrando la aclamada Fiesta de Pentecostés 2024. El mismo se realizó en el coliseo municipal Ismael Chavalillo, en Aguada, Puerto Rico. Estuvimos adorando a nuestro Señor Jesucristo con todas las iglesias del Movimiento Carismático a nivel nacional, juntos en armonía, reconociendo que somos un solo cuerpo.
Desde muy temprano en la mañana, el ministerio de ujieres de nuestra Iglesia, dirigidos por la hermana Yazmín Banks, estuvo estableciendo el orden y asistiendo con diligencia a amigos y hermanos en la fe. En la música, el coro de nuestra Iglesia, a cargo del copastor Monserrate López, quienes, en conjunto con los músicos, nos deleitaron con una selección curada de los himnos mejor recordados de la comunidad carismática.
De igual forma, los miembros de la Iglesia Carismática Filadelfia de Bayamón nos deleitaron con cánticos llenos del Poder de Dios.
Durante el evento, estuvieron compartiendo distintos videos sobre testimonios de sanación espiritual y física e historia del desarrollo del Movimiento Carismático en distintos pueblos de Puerto Rico.
Documental ICCR Aguada:
Agradecemos a todos los miembros de la Iglesia Carismática Cristo Redentor, Inc. por haber dado el máximo en los ensayos, en el evento y por su fructífera asistencia en el evento. De igual forma, agradecemos a todos los pastores y sus familiares, por venir y representar sus comunidades de fe. Es para nosotros un verdadero privilegio, el que pudiéramos ser anfitriones de dicho evento. Tuvimos un total aproximado de participación de mas de mil participantes.
Siempre habrá espacio para mejorar, ya que reconocemos que la imperfección humana puede a veces eclipsar las buenas intenciones, pero ¡gracias a Dios que somos salvos por gracia y no por obras! Lo más importante, es que dimos testimonio de que el amor cubre multitud de faltas.
El amor que tenemos por Cristo y su sacrificio ha permitido que en estos cincuenta años, el Movimiento Carismático en Puerto Rico haya podido impactar a cientos de miles de vidas alrededor de la isla, predicando el evangelio a los cuatro vientos, clamando por la sanidad de nuestra tierra. Como un solo cuerpo, invocamos y pedimos sin cesar, que la gracia de Dios sobreabunde, que el día de su venida se acerque, que el fuego y el poder del Espíritu Santo se mantenga ardiendo en nuestras almas, como aquella primera vez, que escuchamos, creímos y fuimos salvos para siempre. Amén.
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