En el libro de los Hechos, Lucas le escribe a Teófilo, acerca de los que Jesús les
mandó hacer. En Hechos 1:4-5 dice lo siguiente: "Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí. Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días".
¿Cuál es esa promesa del Padre, la que Jesús menciona?
Joel 2:28-29 dice:
“Y después de esto, derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. Y también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días.”
Este pasaje es una promesa poderosa y esperanzadora de Dios. Aquí hay algunos puntos clave que debemos reflecionar.
La Promesa del Espíritu Santo
Dios promete derramar Su Espíritu sobre toda carne, sin distinción de género, edad o estatus social. Esto muestra la inclusividad del amor y la gracia de Dios. Todos somos recipientes potenciales de Su Espíritu.
Profecía y Visiones
La profecía y las visiones son señales de la presencia activa del Espíritu Santo. Los hijos e hijas profetizarán, los ancianos soñarán sueños y los jóvenes verán visiones. Esto indica que Dios está obrando a través de todas las generaciones, inspirando y guiando a Su pueblo.
Igualdad Espiritual
Dios derramará Su Espíritu incluso sobre los siervos y las siervas. En una sociedad donde los siervos eran considerados de menor estatus, esta promesa subraya que en el Reino de Dios, todos tienen igual acceso a Su Espíritu y a Sus dones.
El Cumplimiento en el Nuevo Testamento
Este pasaje se cumple en el Nuevo Testamento, en el día de Pentecostés (Hechos 2:17-18), cuando el Espíritu Santo desciende sobre los discípulos. Esto marca el inicio de la iglesia y la expansión del evangelio a todas las naciones.
Reflexión Final
Estos pasajes nos recuerda que Dios está activamente involucrado en nuestras vidas, derramando Su Espíritu para guiarnos, inspirarnos y empoderarnos. Nos llama a estar abiertos a Su obra en nosotros y a reconocer que Su Espíritu está disponible para aquellos que le obedecen. ¡Alabado sea Cristo! Esa promesa se cumplió a los 10 días después que Jesús subió al cielo, en el día de Pentecostés. Donde los discípulos esperaron esa promesa y la recibieron. Después de ese día a lo largo de la historia, esa promesa sigue cumpliendo en la vida de los creyentes.
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